Hacia un final 2025 desolador.

Todos los indicadores advierten sobre la situación económica en caída, el consumo interno en caída, las oportunidades de trabajo, en caída, la exportaciones de manufacturas nacionales en caída, las inversiones en obra públicas casi nulas, el deterioro social en franca descomposición, caída de la asistencia a colegios, caída de oportunidades de atender la salud pública u obras sociales de los trabajadores, retroceso en las relaciones sociales internas y total deterioro de las relaciones internacionales.
Aumenta, la desocupación, la pobreza, las deudas individuales y familiares mediante tarjetas bancarias, préstamos de éstos o de financieras, la falta de acceso a la atención de la salud de nuestros adultos mayores y niños, el deterioro de oportunidades laborales, educativas, caída de la industria nacional, caída del consumo y así del comercio local, caída del sostenimiento científico y técnico en nuestras industrias.
Deterioro de la soberanía territorial y empresas públicas.
Aumento de la deuda pública interna y externa, condicionando el presente y futuro del país y nuestro pueblo.
Aumento de la violencia comunicacional desde el gobierno, afectando la reacción social.
Aumento de la represión a nuestros jubilados, trabajadores, y desempleados, la violencia ejercida desde el estado con sus fuerzas de seguridad, alentado la confrontación social.
La situación social-económica-política-judicial va en un espiral de aumento confrontativo de incierto final, aunque sin dudas de confrontación y división que fractura la corporidad social y pone en riesgo la misma unidad social y territorial nacional.
Sin dudas habrá que trabajar con mayor profundidad cada una de las cuestiones observadas que nos permitan detener una tragedia social y que detengan el proceso de deterioro democrático que tanto ha costado recuperar y sostener en medio de crisis cíclicas donde quienes más han puesto para sostenerla ha sido nuestro pueblo trabajador, productivo, educativo y los sectores desplazados por una economía excluyente actual.
El desafío es recuperar el sentido de pertenencia nacional de la población en general, con las diferencias que podamos tener pero con la clara interpretación que en nuestro país no sobra nadie y todos tienen derechos y deberes con oportunidades de vivir dignos y prósperos.